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Festival de la Mayanidad 26 y 27 de agosto de 2010 Edificio Central de la UADY

Comparte el conocimiento para que nunca muera

LA MAYA, LO MAYA, UN MAYA: LENGUA, CULTURA E IDENTIDAD DE UN PUEBLO
Fidencio Briceño Chel
Centro INAH, Yucatán

Introducción
El objetivo de esta charla es presentar un panorama general de la
situación actual de la lengua y la cultura mayas con miras a generar actitudes
favorables hacia su identificación, visibilización, difusión, fortalecimiento y respeto en la búsqueda de mejores condiciones para una vida armónica en
este mundo globalizado donde las culturas minorizadas tienden a ser
menospreciadas, desvalorizadas y en algunos casos hasta desaparecidas.
Es en ese sentido que esta plática busca mostrarles desde la propia
experiencia de un maya, cómo la maya, lo maya y el ser maya son sinónimo de
grandeza, de riqueza y de sabiduría desde la mirada de muchos extraños, y
sobre todo de extranjeros; pero de pobreza, retroceso, subdesarrollo y
vergüenza para muchos coterráneos que siguen pensando que el mejor maya
es el maya muerto.

La lengua
La primera reflexión que quiero hacer es sobre el papel que juega la
lengua en los fenómenos de producción y transmisión cultural así como su
importancia como uno de los rasgos identitarios de un individuo, de un grupo o
de una nación.
Empezaré entonces con la idea de que la lengua no es solamente un
sistema de signos útiles para la comunicación, sino que también constituye una
red donde están preservadas las formas más entrañables de vida y
pensamiento de cada individuo, de cada comunidad y de cada cultura.
Asimismo, siguiendo una concepción socio-política, habría que pensar en la
función principal de la lengua para la creación de una conciencia nacional, pues
sin una lengua propia es difícil concebir el desarrollo de una identidad de nación, de estado o de grupo. El idioma es el componente esencial de la cultura nacional y un medio para su desarrollo, por lo que entonces todo idioma
constituye un fenómeno único, resultado de la creación genial de un pueblo.
Ante tales circunstancias, la lengua podría tener dos interpretaciones:
1.- La lengua, como uno más de los rasgos de identidad cultural, con una
función particular de transmisora del resto de aspectos definitorios de dicha
cultura; o bien,
2.- La lengua como señal identificadora de pertenencia a una cultura, como
su rasgo más sobresaliente e importante, su misma quintaesencia.

Lengua y cultura En cualquier caso, no podemos nunca desvincular los hechos
lingüísticos de los fenómenos generales de la cultura o culturas a las que sirven
de vehículo. Asimismo, al igual que la relación establecida entre los pueblos de
diferentes culturas produce determinados procesos en su configuración y
definición, las lenguas de esos pueblos sufren similares efectos y
consecuencias por el contacto establecido.
Por otro lado, la diversidad de las lenguas que hablan los grupos
humanos comporta dificultades de comunicación entre sus usuarios
pertenecientes a diferentes culturas. Estos problemas son fundamentalmente
de incomunicación por razones lingüísticas, que sin embargo pueden llevar
fácilmente a situaciones de incomprensión en cuanto que se impiden los
necesarios intercambios de información relacionados con el mundo simbólico
que soporta los mecanismos intelectuales y conductuales de los seres
humanos.
En la actualidad, verdadera era de la comunicación, el nivel de relación
entre grupos culturales diferentes es cada vez mayor, y por tanto, existe una
mayor necesidad de comunicación e intercomprensión. Sin embargo, se viene
generando una problemática peculiar aplicable tanto a las culturas como a las
lenguas. Por una parte, una actitud de posicionamiento autárquico y en exceso
conservador por los usuarios de una lengua determinada, puede provocar,
según algunos, su propio anquilosamiento, e incluso su subsiguiente extinción.
Por otra parte, un uso permeable y excesivamente abierto a modificaciones
introducidas por la utilización indiscriminada de préstamos, barbarismos,
neologismos, etc. podría llegar, según otros, a una situación tal de
desfiguración, que igualmente pudiera llevarla a su desaparición.
El estado de “salud” de una lengua, se convierte así en un indicador de
especial significación sobre el estado de desarrollo y vigor de una determinada
cultura y consiguientemente del grado de conciencia nacional de ese pueblo,
por lo consecuente una cultura nacional que pierde su lengua vehicular puede
entrar en un proceso de difuminación de la propia identidad nacional.

La lengua maya
Es por todo lo anterior que pretendo señalar en esta plática la
importancia que para la península de Yucatán tiene la lengua maya, pues
especialmente en este tiempo en el que estamos presenciando la ruptura de
fronteras, tanto para las personas como para las comunicaciones, los mayas se
tienen que adaptar a nuevas realidades ante esta dinámica acelerada de los
procesos sociales que hoy nos toca vivir.
También hay que considerar que es a todas luces conocido que en la
actualidad es prácticamente imposible que una lengua se mantenga “pura”,
incólume, sin cambios. El paso del tiempo, el desarrollo propio de cada lengua
aunado a ciertas situaciones extralingüísticas acaban por afectar a toda lengua.

La Lengua Maya Actual
Los estudios de vitalidad lingüística y los datos estadísticos actuales nos
informan que día a día mueren varias de las casi 7,000 (6,912) lenguas vivas
que había en el mundo a inicios del presente siglo. Asimismo, los datos
sociolingüísticos revelan que alrededor del 15% de la diversidad lingüística mundial se encuentra en el continente americano y de esas 1,013 lenguas registradas en América según los datos de Ethnologue, para 2006 casi el 20 % se ubicaba en nuestro país.
El Catálogo de Lenguas Indígenas Nacionales elaborado en el Instituto
Nacional de Lenguas Indígenas en 2006 y coordinado por su servidor (DOF
2008; INALI 2009) ha mostrado que hoy día se hablan en México un total de
364 variedades lingüísticas, distribuidas en 68 agrupaciones lingüísticas
divididas en 11 familias lingüísticas, que se ubican a lo largo y ancho del territorio mexicano. Estos mismos datos dejan en claro que la maaya t’aan pasa a ser la variedad lingüística mexicana con mayor número de hablantes en
México al reconocer que se trata de una sola lengua distribuida en los tres estados peninsulares y que la variación interna permite un mutuo
entendimiento según los datos lingüísticos actuales.
Por otro lado, la información estadística proporcionada por el INEGI en el
conteo 2005 señala que esta lengua maya era hablada en ese entonces por
759,000 personas de 5 años y más en los tres estados de la Península,
quedando como la segunda agrupación lingüística con más hablantes según lo
documentado en el CLIM 2008.

El mismo conteo muestra que hoy día el Estado de Yucatán ocupa el
quinto lugar en cuanto a número de hablantes (Cuadro 2), pero con la salvedad
de que en nuestro Estado la maya es la lengua mayoritariamente hablada por
encima de otras lenguas indígenas (Cuadro 3) pertenecientes a gente que ha
migrado o se ha asentado en el territorio históricamente ocupado por la maya.

Como se podrán imaginar, los números supondrían que se trata
entonces de una lengua con una gran vitalidad, pero la realidad no es esa,
sobre todo cuando vemos que la pirámide de habla de la lengua maya queda
casi invertida respecto a la pirámide poblacional, puesto que los censos
muestran que aunque el número absoluto de hablantes se ha elevado de cierta
forma en los últimos 50 años, el porcentaje de personas que la hablan va en
descenso.
En otro orden de ideas, un breve repaso histórico a los datos nos
muestra que es también una de las lenguas que cuenta con más trabajos
escritos en y sobre la lengua, tales como vocabularios, diccionarios,
sermonarios, gramáticas, libros de texto bilingües, cuentos y tradiciones, etc. realizados desde la colonia hasta nuestros días tanto por estudiosos
extranjeros como por mexicanos.
Pero hay que decir que muchos de estos trabajos han sido elaborados
por y para especialistas y en su gran mayoría solo se aplican a partes
especializadas del análisis gramatical de la lengua; no hay un solo trabajo que
muestre el estudio de la gramática actual en su totalidad, ni mucho menos una
gramática de referencia útil para la enseñanza de la lengua, por ejemplo; lo cual está realizándose pero hace falta mayor trabajo interdisciplinario e interinstitucional para lograrlo a cabalidad.

También hay que señalar que como resultado de las políticas de
gobierno implementadas desde la colonia se ha ido socavando la identidad de
los grupos minoritarios o minorizados, pues desde entonces, tanto los
españoles, los europeos, los mexicanos como los propios grupos indígenas
dominantes han buscado siempre la homogenización lingüística a lo largo de la
historia, ya sea por medio de la evangelización, la castellanización, la
alfabetización u otros procesos colonizantes, por lo que las lenguas indígenas
han ido desapareciendo sin que las instituciones hagan algo al respecto, pues
las más de las veces no se tiene en cuenta que la lengua constituye un
fenómeno único, el aparato en el que descansa toda la información, registro y
riqueza de un pueblo y la pérdida de ello conlleva la desaparición del propio pueblo, de su historia y de parte del patrimonio de la humanidad.
Por eso más que nunca son necesarios los estudios que conjunten los
datos lingüísticos con los factores sociales, políticos, culturales, etc. que no solo describan la lengua sino que muestren la relación entre la lengua y la sociedad que la habla. Hace falta estudios que determinen cómo la movilidad social está afectando el uso de la lengua y cómo el contacto con hablantes de
otras lenguas está modificando no solo la lengua misma sino las actitudes
hacia la propia lengua. En ese sentido los estudios diatópicos, diastráticos y diafásicos son hoy más necesarios para poder generar políticas lingüísticas para fortalecer no solo el uso de la lengua maya sino también acciones más pragmáticas para que la lingüística aplicada pueda generar información útil para la enseñanza de la lengua maya, así como para tener mayor certeza sobre la dinámica lingüística del pueblo maya.

La identidad maya
En este trabajo he estado denominando como mayas a aquellos que se
autoadscriben a esta etnia y se suscriben a ella por muy diversas maneras,
desde ser hablante de la lengua de este grupo hasta por ser nativo de las tierras de sus antepasados mayas, por este motivo hablar de mayas yucatecos
no es limitarse únicamente a los que viven o han nacido en el Estado de Yucatán sino que se incluye a aquellos provenientes del resto de la península
de Yucatán: Campeche y Quintana Roo.

Señalo lo anterior pues en la actualidad los mayas, al igual que muchos
de los grupos indígenas, han tenido que migrar en busca de mejores
condiciones de vida, por lo que los podemos encontrar en otros estados de la
república e incluso en el extranjero. Y esta circunstancia es la que muchas veces los ha hecho darse cuenta de su mayanidad, el hecho de estar alejados
de su tierra los hace reflexionar sobre sus diferencias con respecto a los otros y
sus semejanzas compartidas con los otros mayas, situación que muchas veces
ha permitido su integración como grupo y su autoadscripción y
autorreconocimiento como etnia.
Para cualquier grupo indígena lo primero que tiene que enfrentar en
cualquier nivel es a la otra cultura y a la culturización en ella, la
occidentalización, pues se la percibe en todos los niveles, en todos los medios,
es pues la cultura muchas veces llamada “nacional”, con su lengua “oficial”; por
el contrario las referencias a nuestra cultura son por lo general reminiscencias
del pasado: “aquella gran cultura maya”, sin darse cuenta o abiertamente
negando de que nosotros seamos descendientes y continuadores de ella y ni
que decir de las denominaciones –cuando bien nos va- a nuestras lenguas
como “lenguas secundarias”, lenguas autóctonas, cuando no dialectos.
A decir de muchos hablantes de maya, estas situaciones son las que los
hacen pensar en seguir o no hablando maya, pues el constante menosprecio
de su cultura y de su lengua los pone en la disyuntiva de continuar siendo mayas o no, de seguir hablando maya o no, pues de eso depende ser considerado con una calidad inferior a la de “los otros”, los no mayas, y el dejar de hablar la maya e intentar hablar el castellano les cambia ese status, aunque por la falta de dominio de esta nueva lengua también se les considera como inferiores por su forma de hablarlo. ¿Entonces qué hacer? Esa es la pregunta.
Estos problemas han hecho surgir diversas maneras de enfrentar la
mayanidad o de responder a la “otredad”, situación que ha provocado el
surgimiento de variedades de maya que se encuentran en diversos procesos:
sustitución, mezcla, actualización y reforzamiento. Distintos problemas que no
abordaré sino solo retomaré para contextualizar la situación actual en la que vivimos los hablantes de la maya.

La sustitución
La sustitución lingüística se ha visto desde muy diversas maneras,
empezando por los préstamos hasta llegar al reemplazo total de una lengua por
otra. El préstamo léxico se ha registrado desde el contacto con los españoles,
desde la imposición de la nueva cultura con todas sus instituciones de
dominación, llámese religiosas, políticas y/o culturales. Por ejemplo en Yucatán
los llamados repartimientos de tierras permitieron ver un nuevo sistema de
posesión de la misma y nuevas instancias de legitimación de los derechos de
los propios mayas ante los encomenderos, los gobernadores (cfr. Barrera
Vásquez 1984, Restall 1997, Quezada y Okoshi 2001, entre otros), esto mostró
también el uso de nueva terminología para denominar esas instancias y los
procedimientos para la realización del repartimiento y el deslinde de las tierras.
Tampoco hay que olvidar todos los nuevos elementos introducidos a
partir de la religión católica, la cual por supuesto que también hizo dejar en el olvido algunas de las formas más representativas de la religión politeísta maya
así como las distintas maneras de nombrar no solo a los dioses sino también
las relaciones con el mundo natural-espiritual de nuestros abuelos.
La época colonial fue reforzando estas “novedades” en la cultura maya y
el paso de casi 500 años ha venido a integrar, introducir y a veces imponer nuevos elementos a nuestras vidas. Por el momento dejaremos de lado las cuestiones léxicas adquiridas a través de la historia y prestaré atención a los resultados a partir de la sustitución en estos nuevos procesos de dominación a través de la llamada globalización.

La mezcla
Lo que aquí denomino como la mezcla ha sido ya descrito en algunos de
los problemas que esto representa por investigadores como Bárbara Pfeiler
quien lo ha denominado como el xe’ek’ (1997), que significa justamente “la revoltura, la mezcla” y que algunos hablantes lo contrastan con la jach maya, la verdadera maya, la maya pura. De este modo estaríamos hablando entonces
de que la “maya mezclada” es aquella usada con préstamos léxicos y en muy
pocas ocasiones con elementos morfológicos tomados del castellano y que
forman parte de la estructura de la lengua maya de nuestros días.

En los tiempos actuales, los mayas estamos expuestos a todo tipo de
modernización, pues es un hecho de que no podemos quedarnos aislados ante
el desarrollo de la humanidad y por consiguiente los elementos nuevos vienen
a provocar la aparición de nuevas cosas y por lo consiguiente nuevas palabras
en el vocabulario de los mayas, sin embargo estas nuevas cosas no siempre
pueden ser nombradas con la lengua nuestra por lo que muchas de las veces
se retoman de la lengua proveniente y simplemente se adaptan a la lengua
receptora que es la maya, así es como por esta llamada globalización hemos
sido testigos del uso constante de palabras como fax, escáner, computadora,
mail, celular, internet, etc.

La actualización
Parte del proceso de modernización consciente es el tratar de evitar los
préstamos y el de crear neologismos que puedan sustituir, traducir o interpretar
la nueva terminología con la que se enfrentan los hablantes de maya. Este
proceso de actualización por supuesto que se está realizando por gente
hablante de la lengua que ha podido reflexionar sobre esta problemática y que
por lo general se trata de investigadores, profesores, legisladores, políticos, escritores que por un lado quieren mantener “pura” la lengua y por otro quieren modernizarla, actualizarla y seguir empleándola en los procesos comunicativos normales sin recurrir al uso de palabras de otras lenguas, pero también de no dejar a la lengua maya aislada de la modernidad y del desarrollo de la humanidad.
Por supuesto que esta tarea no es fácil, también hay que decir que no es
nueva, ya desde los años 30 del siglo pasado con la creación de la Academia
de la lengua maya de Yucatán, se buscaba mantener pura la lengua maya, por
lo que en años posteriores se intentó traducir los nombres de nuevos aparatos,
vehículos y medios de transporte de esa época, palabras como ferrocarril,
bicicleta, teléfono, refrigerador, automóvil, televisor, son ejemplos
característicos de este intento que estuvo encabezado sobre todo por Santiago
Pacheco Cruz, sin embargo uno de los problemas que mostró esto fue que la
mayoría de las palabras no fueron traducidas, sino más bien los aparatos
fueron descritos, por lo que a veces en lugar de una palabra por otra lo que se
tenía era una oración compleja en lugar de una palabra.

Estos “neologismos” no tuvieron éxito, pues por su dificultad y también
por falta de consenso no fueron usados más que por su autor y por algunos
decimonónicos empedernidos y que se asumían como los portadores de la
palabra de los mayas, por lo que muchas veces trataron de imponer ésta y
muchas otras cosas que ni siquiera en la academia se siguieron.
Ahora entonces no solo son nuevos aparatos, sino que la globalización
nos está envolviendo como ese japay kan milenario que abrazaba y absorbía a
sus víctimas, los mayas yucatecos actuales conscientes de esto han empezado
a tomar cartas en el asunto y una de las primeras acciones fue el de buscar
grupos de consenso que representen a comunidades o regiones, en donde los
participantes sean portavoces de dichas comunidades o grupos, no solo de
investigadores, catedráticos y •gente con título• sino también campesinos,
jueces de paz, curanderos y curanderas, sacerdotes, artesanos, en fin todo
aquel que sea hablante y quiera participar y tener la representación y/o tener el
respeto de los demás mayas, todos éstos han formado parte de este nuevo
proceso de actualización.
El primer paso fue verlo como uno de los derechos de los mayas de
poder hablar su lengua en todos los niveles, entonces nos abocamos a la
traducción de la nueva ley de derechos lingüísticos de los pueblos indígenas de
México, por lo que el primer enfrentamiento fue con toda aquella terminología
de tipo legal, entonces se fue consultando con las distintas comunidades y agrupaciones para traducir esta terminología; el segundo paso es que la nueva
ley le da derecho a todos los que se autoadscriban como mayas y usen la
lengua puedan recibir atención de todo tipo en su propia lengua por lo que se
inició la elaboración de documentos con terminología médica y de salud,
terminología de orden legal usada en los juzgados, en fin en todos los campos
en los que la lengua pueda ser usada, por lo que se recurrió a los
conocimientos de los “especialistas” en esos temas así como a los documentos
coloniales que guardan relación con esos para retomar las antiguas palabras
usadas por los abuelos o en su defecto tomar aquellas que puedan significar lo
mismo o algo lo más cercanamente posible.
No voy a dar listas de palabras pues no sería muy conveniente pero sí
hay que mencionar que este proceso de actualización ha llevado a la gente
maya hablante a replantearse como mayas y a revalorar su lengua al verla y
escucharla empleada en contextos antes vedados, por lo que han visto que su
lengua puede ser empleada en absolutamente cualquier contexto de
comunicación

El reforzamiento

Estos nuevos canales de uso son los que han abierto este proceso de
reforzamiento pues los maya hablantes al ver y escuchar su lengua empleada
en los medios masivos de comunicación o escucharla en boca de un médico,
un abogado, un ingeniero y ya no solo por los políticos o los antropólogos que
solamente la medio usaban para “sacar” información, entonces han visto que
realmente su lengua es una lengua y no un dialecto, una forma inapropiada para los usos formales.
Estos procesos que han abierto nuevos canales de uso también han
buscado la participación de la misma gente maya hablante, cosa que no se
había buscado en anteriores proyectos donde los investigadores, los políticos o
las autoridades simplemente planteaban sus proyectos pero con los mayas
solamente como informantes o como mostrarios vivos de algo exótico que
quedó del glorioso pasado maya.
Este reforzamiento ha hecho que los propios hablantes de la lengua se
autodefinan como tal y también se autodiferencien no solo de los no mayas
sino también de los otros mayas, así entonces han surgido grupos de hablantes
que buscan el reconocimiento a su comunidad, a su región y a su forma
particular de hablar. Esto ha permitido identificar al menos tres grandes
regiones o variables lingüísticas (Briceño 2001): 1) centro de Yucatán, 2)
oriente de Yucatán-centro de Quintana Roo y 3) Camino Real, sin embargo
falta mucho por hacer pero creo que estamos en el camino que nos lleve a la
reivindicación de nuestra lengua maya y al respeto de nosotros mismos.

Palabras Finales
Quiero concluir esta presentación señalando que la diversidad lingüística
manifiesta en el multilingüismo e identificada al interior de una cultura o pueblo
indígena, en nuestro país, no ha significado ni antes ni ahora, ni debe significar,
una fragmentación étnica, y que, en cambio, las distintas formas de hablar dentro de un mismo pueblo indígena documentados ya de muy variadas
maneras son manifestaciones de su riqueza cultural y parte del reconocimiento
de los otros.
También hay que decir que para avanzar en la construcción de una
sociedad igualitaria y equitativa, además de los enfoques de género y
generacional, es necesario introducir, fomentar y arraigar los enfoques del
multilingüismo y de la multiculturalidad en las relaciones entre el Estado, los pueblos indígenas y la población nacional en su conjunto, en la búsqueda del respeto hacia los otros.
En ese sentido, el respeto hacia los otros y hacia uno mismo, deben ser
fomentados tanto entre la población hablante de lengua indígena como, y
especialmente, entre la población hispanohablante, pues solo de esta manera
el reconocimiento irá de la mano con el respeto.
Por eso mismo es necesario promover entre toda la población nacional
el conocimiento y reconocimiento de la diversidad lingüística propia de los pueblos indígenas originarios de lo que hoy es el territorio nacional, y de otros
pueblos indígenas americanos que se han arraigado en nuestro país, pues solo
así la población nacional podrá contribuir en la plena efectividad de los
derechos lingüísticos individuales y colectivos de los pueblos indígenas, ya que
con ello se fortalece la multiculturalidad y se reconoce la identidad particular de
cada grupo y la riqueza cultural de la nación.
La historia en México nos ha mostrado que el proceso de globalización,
desde sus raíces, ha favorecido, estimulado y generado, según distintas
variables, dinámicas de dominio y expansión de un reducido número de
lenguas frente a la gran mayoría de éstas, que durante el proceso han visto sus
espacios sociales fundamentales reducirse permanente y progresivamente.
En el caso de nuestro país, los esfuerzos estatales y sociales de
conservación y desarrollo del patrimonio lingüístico adolecen de un conjunto de
defectos, comparables a los encontrados a nivel internacional, que articulados
con muy diversas variables sociales han generado un panorama poco
halagüeño, en términos generales, y caracterizado por su ineficacia y
heterogeneidad.

Asimismo, hay que considerar la realidad lingüística desde una
perspectiva dinámica, los mayas del presente y su lengua son tan mayas como
los mayas del pasado, esa debería ser la visión sociolingüística para concebir
una Nación como una sociedad en constante cambio; en ese sentido quiero
enfatizar que hoy día no hay lengua pura y que cada lengua se ajusta a las condiciones en las que los hablantes de las lenguas indígenas reconfiguran la fisonomía sociolingüística de nuestro país.
Con todo esto, tengo que señalar que para el fortalecimiento de nuestra
lengua maya nosotros los propios hablantes de ella somos los llamados a
generar los cambios que vengan a permitir nuevas maneras de adherirse a la
población maya; por eso decía al principio que estos procesos han permitido
observar varios tipos de autodefinición como mayas: aquellos que dicen ser
hablantes de maya, aquellos que asumen hablar una variedad corrompida e
impura y reconocer la existencia de otra más pura, aquellos que se dicen hijos
de mayas y por lo consiguiente defienden su mayanidad hasta los que llegan a
autonombrarse como los portadores de la palabra de los mayas, sin embargo
nadie, absolutamente nadie se autonombra jach maya: verdadero maya, mero
maya, ¿será que es el peso de los 500 años de dominación que han hecho ver
que los mayas desaparecieron hace mucho? o es que acaso ¿nadie quiere
asumir su papel de portador de estos conocimientos para no comprometerse
con la comunidad y con los otros?
Estas son las interrogantes, pero el ver que hay gente que se siente, que
escribe, que lee, que vierte sus conocimientos y que se niega a que tal
globalización acabe con su lengua y su cultura maya y por el contrario utiliza
estas “armas” para llegar a sus congéneres tanto locales como los que están
del otro lado del charco, entonces solamente podemos decir que los mayas sí
estamos ante la globalización y no bajo la globalización.
Es por todo eso que hoy que nos dan la palabra, pedimos también la
oportunidad de darles la nuestra, de que escuchen y aprendan nuestra lengua
y de esa manera conozcan nuestra cultura y puedan entenderla en su conjunto,
no queremos dejar fosilizada nuestra cultura, por el contrario queremos que permanezca a través de nuestra lengua, una lengua también actualizada; por lo
que considero muy importantes las siguientes acciones, aparte de las
anteriormente comentadas más ampliamente:

Hay que difundir y fomentar el respeto por lo propio, para preservar el
uso de la lengua y promover su desarrollo y el orgullo de usarla en el marco de
la diversidad cultural y lingüística del país.
Hay que apoyar programas que extiendan y entiendan los ámbitos de
uso de las lenguas del país.
Hay que fomentar la actitud positiva de los propios hablantes hacia su
lengua y contrarrestar décadas, siglos, en los que han sido desprestigiados, menospreciados.
Hay que demostrar también que el ser bilingüe, con una lengua indígena
como base, no debe acarrear ningún desprestigio sino al contrario, enseñar
que es una riqueza cultural y de conocimientos, que quien habla dos lenguas
sabe más que aquel que solo sabe una.
Hay que legitimar la existencia de una lengua propia, que coexista en el
uso con el castellano y compartir juntos el carácter de lengua nacional. Esto mismo daría a los indígenas el derecho a conocer y usar el castellano, así como el derecho de usar su propia lengua. Es por eso que desde la discusión de las iniciativas de la Ley de Derechos y Cultura Indígena del Estado de Yucatán, han surgido grupos pidiendo que se declare lengua oficial a la lengua maya en la región maya para que los no hablantes la aprendan, la conozcan y convivamos en una paz lingüística que nos lleve por el desarrollo mutuo en este México plurilingüe y pluricultural y tener presente que los indígenas, hablantes de nuestras propias lenguas distintivas, no buscamos aislarnos de la comunidad nacional, estamos en la búsqueda de un respeto a nuestras propias
diferencias, tanto lingüísticas como culturales y con todo este cargamento
pasar a formar parte del desarrollo nacional, cuando a nosotros se nos otorgue
un trato igualitario y se nos de las mismas posibilidades de desarrollo al igual
que al resto de los mexicanos. Pero eso será hasta que la tan nombrada ley
sea aprobada.
Este es el mensaje que les he traído como maya, como lingüista, como
antropólogo y como gente formada en esta nuestra universidad y que apuesta
a la existencia de dos o más culturas y/o de dos o más lenguas, sin
menoscabo y sin menosprecio de una por otra, pues ahora, como decía antes,
no es solo enfrentar al castellano sino también a las otras lenguas y a las otras
culturas que nos llegan por la radio, la tele, las revistas, el internet, etc. pero si
las usamos apropiadamente pueden ser la vía que nos lleve a un mejor
destino, el sak bej que nos lleve a nuevas rutas o el principio de un nuevo ciclo. No necesitamos construir monumentos a nuestra lengua maya, como sí lo hacen a “héroes” que violaron, quemaron, mutilaron, mataron y sembraron
discordia, el usarla, el hablarla y disfrutar de su riqueza y mostrar su enorme
riqueza es el mejor reconocimiento que le podemos dar.

Dios bo’otik, nib óolal
Muchas gracias
26 de agosto de 2010.


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