El año dos mil veinticinco está por concluir y, como cada fin de año, es oportuno hacer un balance de nuestras trayectorias. Sí, de nuestras trayectorias, todos , cada persona tiene su propia trayectoria, la de unos trasciende, la de otros no, o tal vez no mucho, pero todas las personas dejamos una huella en el mundo, todos hacemos alguna aportación a la cultura, todos hacemos historia.
Nuestras aportaciones, son solo eso y se suman a las experiencias de mucha gente que a fin de cuentas serán parte de la cultura popular, la que se nutre de los procesos sociales, económicos, políticos y ambientales.
Este año que termina ocurrieron en nuestro territorio peninsular hechos que dejaron una marca profunda en la sociedad. Me refiero en especial a la violencia, a la omisión del gobierno para ponerle fin, al retroceso y pérdida de derechos políticos democráticos conquistados con la lucha que duró décadas y costó el sacrificio de muchas personas.
Las pérdidas de mayor gravedad están en el terreno de los derechos de la mujer y las infancias a una vida libre de violencia.
Pese a esta realidad que lacera a la sociedad, en los últimos meses de este año (y al parecer será así el 2026), hemos observado con preocupación que los gobernantes, de todos los niveles, se preocupan más por asegurar su permanencia en el poder a través de la demagogia y el mal uso de programas sociales. Se dicen de izquierda pero no se atreven a realizar acciones para un cambio real y de fondo que garanticen la creación de empleos formales, el bienestar social con atención integral a la salud, el acceso a una educación pertinente y de calidad (con posibilidades de empleo a los egresados); una vivienda digna (no cuartos dormitorios); el acceso a servicios dignos de agua potable, energía eléctrica, por citar lo indispensable para las familias rurales y urbanas.
Al no cumplirse plenamente y de manera integral estos derechos mencionados, es fundamental que quienes están luchando por su cumplimiento lo puedan hacer en un contexto democrático, con paz, justicia y dignidad, en el que ya no ocurran y queden impunes los asesinatos de defensoras y defensores de los territorios y de los derechos humanos.
Con este texto, iniciamos una nueva época. La publicación de mis artículos y comentarios que hacía antes en la pagina ÍNDICE PENINSULAR continuará ahora aquí.
Reitero que además de recordar hechos fundamentales del pasado, el cronista continuará la sistematización de acontecimientos, seguirá el análisis y reflexión sobre asuntos coyunturales que afecten a la gente.
Historia, memoria e identidad seguirán siendo temas principales de nuestros escritos, base para la reflexión y la búsqueda de propuestas que solucionen problemas que afecten a nuestra sociedad diversa (en el territorio peninsular) ejerciendo siempre la libertad de expresión.