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Máyapaax, seis años después de la declaratoria

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Carlos Chablé Mendoza

Cronista

La máayapaax, música maya, según nos contaban los jefes y abuelos en las iglesias mayas, es la música de dios, es la música de la guerra y algunos dijeron que aprendieron a tocarla durante sus sueños, que es obsequio de jajal dios, el dios verdadero, para acompañar su lucha, los rezos, las ceremonias y la entrega de ofrendas en celebraciones principales dedicadas a la Santísima Cruz, que solamente se toca en el centro de Quintana Roo como resultado de la Guerra de Castas iniciada en 1847.

A mediados de la década de los años 90, quienes integrábamos el Centro Quintanarroense de Desarrollo, A.C. (Ceqroode) junto con los abuelos don Marcelino Poot Ek y el ajmen Higinio Kauil Pat, comandante y cabo de Tixcacal Guardia respectivamente; el rezador y violinista de Yodzonot Poniente Marcelino Yam Chablé, el sargento de Trapich Justiniano Chablé Angulo y otros más ya fallecidos, realizamos el proyecto de enseñanza de la máayapaax, en comunidades como Tepich, Yodzonot Poniente, Santa María Poniente, Trapich y Filomeno Mata. La enseñanza inició con violines, bombos y tarolas fabricados por don Aniceto Pool, de la comunidad El Señor, quien falleció hace unos meses.

El trabajo realizado en la comunidad Filomeno Mata destacó pues los participantes además de operar su radio artesanal (transmisión de programas de radio a través de altoparlantes desde locales comunitarios), edificaron un local como casa de cultura, sirvió para formar músicos de maayapax y enseñar la fabricación de sus instrumentos y también para iniciar el funcionamiento de la telesecundaria.

En las otras comunidades aún existían grupos de música y el proyecto sirvió para remarcar la importancia de la máayapaax.

Entre los jóvenes y adultos de dicha comunidad que participaron en el proyecto se formó un grupo dirigido por don Edilberto Matos Ek que acudía a tocar su música en las diversas celebraciones y fiestas tradicionales a las que los invitaban en la región, dentro del municipio e incluso en algunas otras partes del país.

En 2021 falleció yuum Edilberto Matos, sus hijos continúan la tradición, y en el último lustro han fallecido otros maestros valiosos, abuelos y abuelas mayas como la ki’ichpam xunáan María Luisa Ek Pat de X-pichil en noviembre de 2015. Ella se desempeñó como nojoch xunáan y forma parte de una familia de ajpaaxo’ob ti’ máayapax; en 2022 varios ajka’ansajo’ob trascendieron al otro plano; en enero de ese año falleció don Leonardo Pat Cahuich, que tocaba el bombo; en febrero, don Eusebio Pat de la comunidad Laguna Kanab, donde aún se tocaba esta música con los instrumentos mencionados y de viento, entres estos con el cornetín de guerra; en abril , don Cecilio Poot Pool, violinista; en noviembre, Roberto May Ek, violinista del grupo Tres estrellas de Yaxley. Quince días antes de escribir estas líneas partió don Aniceto Pool de la comunidad El Señor, su hijo Pablo continua la tradición del máayapaax. Hacía varios años que se habían ido don Canuto Chablé de Tepich, don Vicente Ek Catzin de Yaxley y don Ildefonso Cahuich May de Noh Cah, todos diestros violinistas mayas.

Así que el trabajo que realizamos, hace casi 30 años, fue importante como otros entre los que destacan la investigación de Lilia Nataren Cordero plasmado en su libro “Mayapax ceremonial o tradicional y jaranero o popular” (2000) y el video documental de Meztli Suárez McLiberty titulado “La música de la guerra y de los dioses: la mayapax” (2018).

Hace dos años el promotor cultural Pedro Kumul, mencionó en una entrevista que en 2001 existían 44 grupos de música maya y en 2013 ya solo había catorce, el número aumentó ligeramente a dieciocho en 2014.

La maayapax ha sido retomada en años recientes por algunos niños y jóvenes de ambos sexos, antes solo eran hombres, son ejemplo los grupos que dirigen Octavio y Rafael Caamal Chablé; los niños y jóvenes de Uh May y de Chancah Veracruz. Muy recientemente un músico violinista de Kampokolché enseñaba en la iglesia maya de la Cruz Parlante en Felipe Carrillo Puerto a quienes quisieran aprender.

Algo se hace entonces desde las instituciones quintanarroenses para respaldar a los grupos que aún existen, pero no hay continuidad, ni método. Cada vez son menos los maestros violinistas y eso que fue declarada hace unos años, en 2018, como patrimonio cultural de Quintana Roo mediante decreto de la XIV legislatura estatal.

Debe atenderse el tema de manera integral, hay que entenderla y respaldarla tomando en cuenta los demás elementos de nuestra cultura, porque esta merece todo el respaldo institucional como parte del resarcimiento pendiente y al que tiene derecho el pueblo maya.


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